Lic Luis M Navarro D/ CNP 5579.
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Por si no lo sabían, yo tampoco, desde el pasado 1ro de octubre, la Venezuela soberana, socialista y revolucionaria, por mandato zarista del Zar y la Zarina Miraflorina, disfruta a todo trapo y confort de las Navidades 2024.
Como siempre, dando ejemplo de adelanto y progreso sobre el resto de las naciones, las Navidades Rojas (ver las inexistentes estadísticas sobre crímenes, delitos y corrupción, entonados en villancicos por los diferentes cuerpos de seguridad y desinteligencia) son un despliegue sin parangón de amor, paz y confraternidad.
Ejemplo navideño para el resto del mundo, por lo que hoy, 25 de octubre, celebramos la Natividad decretada y firmada desde la Villa del Rosario de Cúcuta.
Hasta ahora, casi a la mitad de la tercera década del siglo XXI, se conocía que era el calendario Gregoriano el que regía a la humanidad. Establecido por el Papa Gregorio XIII en el año 1582 d.C. El mismo se basaba en el movimiento de la Tierra alrededor del Sol (lo cual significa que es un calendario solar) e incluye años bisiestos.
De la Venezuela Robolucionaria para el mundo, se ha establecido el Calendario Madurista: que entró en vigencia a partir de la comprobación que, de acuerdo a las circunstancias y la percepción de la opinión pública, el Universo gira alrededor de Nicolás Maduro, por lo que es un impecable calendario Madurista. En el mismo no se incluyen los años bisiestos porque también se los robaron y aún no aparecen.
Por lo que desde anoche ando en una sola rumba y con la tremenda juma navideña entre cuerpo y espalda. Después de la palamentazón con las más finas y burbujeantes cajas de champagne francés y los más exquisitos whiskys escoceses, adquiridos con la inagotable y exorbitante pensión del IVSS, (allí no incluyo la opipara Cena de Navidad, comprada con el descomunal bono de escaramuzas/guerra y Amor Mayor), hoy, Día de Navidad, me dispongo a abrir los regalos, estratégicamente colocados debajo del árbol de mamón del patio comunal.
En primer lugar, recibo una generosa bolsa Clap, rebosante de gorgojos navideños, esos que se ponen rojos en esta y todas las épocas.
La destapadera de regalos es comunal y descomunal, por lo que muchos de mis aguerridos vecinos me miran con envidia y sonrojo por mi cargamento alimenticio «claptoniano» y bolivariano.
La jefa de los Clap, a su turno, recibió una tarjetica que dice Pase por Go y cobre Bs 130. Un ¡hurra! navideño retumbó en el patio de bolas criollas.
Entre tanto, Hugo el taxista comunitario, salió premiado con bono para surtir 5 litros de combustible para hacerlo efectivo en las próximas Navidades.
La vieja Inés, postrada en su silla de ruedas, se alzó con un fabuloso premio para ser ruleteada por cuanto centro asistencial y hospital exista, tres veces por semana, hasta conseguir una bombona de oxígeno que le permita respirar y, si cuenta con suerte, vivir.
Recordemos que la Navidad es una fiesta de y para los niños. Los obsequios para ellos no podían faltar. A Jaimito le cayó el gordo navideño: un pasaje a pie, sin retorno, por el Darién con toda su familia, con todos los gastos pagos. Pero sin duda alguna, el regalo de Petrica sobresalió entre todos los niños: una beca de Bs 10 para «estudiar» en una escuela sin techo, sín agua, sin baños y luz pero eso sí, acompañada por los monigotes de Súper Bigote y la Primera C…ah, pero sin maestros y muchas aguas negras a su alrededor, donde seguramente será agasajada por un enjambre de zancudos.
Los demás regalos no pudieron abrirse y menos repartirse. A la media hora de estar disfrutando del jolgorio navideño, llegó el Wincho, El Menor furrialero, y democráticamente, así como se roban una elecciones, se alzó con todo y piró para el barrio Moscú, a contar y que lo reconozcan por sus hazañas.
Más de un centenar y medio de nuestros muchachos, niños y adolescentes, no pudieron participar en nuestro intercambio de regalos navideños, pues recibieron los suyos por adelantado, poco después del pasado 28 julio. Les prometieron que en Tocorón y Tucuyito los iría a visitar pronto el mismísimo San Nicolás, con cargas de electricidad de pura felicidad. ¡Feliz Navidad, Camaradas y Camarados!