Las maletas no eran las Gucci, son las repletas de Oro

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Mientras María Corina Machado, Edmundo González Urrutia, Vente Venezuela y la Plataforma Unitaria Democrática ultimaban detalles para enviar las valijas de la Verdad a Washington, con las actas originales -exhibidas y leídas posteriormente en la OEA por el Centro Carter- sobre las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio, en las que se certifica y comprueba la apabullante derrota que se le infligió a un magullado Nicolás Maduro; el régimen y su aparato propagandístico intentaba imponer, vanamente, la narrativa de que “MCM preparaba su huida de Venezuela” y que para ello alistaba un tren de maletas de la prestigiosa marca Gucci, en España, entre tanto, estallaba otro estercolero de la mundialmente reconocida corrupción bolivariana.

En una desvergonzada, inmunda y descarada operación, ocurrida hace cuatro años y sobre la cual desde ese entonces había serios indicios de que se trataba de otra trama más de trampas, vagabundería y robos, la impoluta vicepresidenta de la República Bolivariana de Venezuela, Delcy Rodríguez, atravesó sigilosamente medio mundo para negociar, no precisamente espejitos por oro, sino el preciado metal del pueblo venezolano (Maduro Dix) a cambio de favores non santos y políticos con su socio ideológico y de otras especies, el inefable e incorruptible Pedro Sánchez, jefe del despreciable y asqueroso gobierno español, según los calificativos de su propio hermano (de Delcy) Jorge Rodríguez, quien se para semanalmente sobre las maletas –digo sobre el estrado de la Asamblea Nacional- pidiendo romper relaciones con la corona hasta desgañitarse.

Mientras, el huracán Milton hizo estragos en la península de La Florida, el huracán revolucionario hizo lo propio en la península Ibérica. El primero, causó muerte, destrucción y pérdidas millonarias. El segundo desde hace 25 años viene haciendo lo mismo, dejando su estela de dolor y muerte a lo largo de todo este tiempo entre todos los venezolanos. Porque hay que sentirse bien blindado de impunidad para saltar el charco con 40 maletas, leyó bien, 40 maletas repletas de oro Ley, en las que iban 104 barras del metal. Negociarlas como quien vende y compra panelitas de San Joaquín en la Autopista Regional del Centro: “no chico, no te preocupes, quédate con el vuelto”.

Resulta que por la falta de ese vueltico se desapareció, se esfumó, le birlaron desde hace más de cuatro años un aumento salarial digno a los famélicos trabajadores venezolanos, o mantienen en el escandaloso monto de tres dólares mensuales a los encorvados pensionados y jubilados. Sin hablar de hospitales, salud, costo de la vida, educación, infraestructura, etc. Porque hay que verle la cara al valor de 104 lingotes de oro, el normal, el de mayor comercialización, el Good Delivery, -¿será que por ese nombre fue que la propia Delcy realizó personalmente el delivery hasta la Moncloa?-  que pesa 400 onzas troy, en cristiano 12.4 Kg cada barra. Para un gran total de 1.289,6 Kg, que al precio internacional del metal al día de hoy alcanza la nada despreciable cifra US$ 1.728.352.000.

El Delcygate, como lo ha bautizado la prensa ibérica, teniendo en cuenta la premisa de Maduro de que ese oro es del pueblo venezolano, remató semejante volumen de metal por apenas US$ 68.498.254. la diferencia entre esos dos montos (US$ 1.659.853.746) nos mandaron a que le preguntáramos al experto en desapariciones de montos exorbitantes de dinero, montañas de rial, el también esfumado Tarek El Alssiami. Luego de que el enviado de Sánchez, un tal Víctor de Aldama y su mano derecha, el ex ministro José Luis Ábalos, hasta ahora no han podido explicar a dónde fueron a parar los “espejitos” sobrantes de la transacción, quienes a su vez fueron los que recibieron a la medianoche, entre tapas y cavas, a una Delcy Rodríguez en Barajas, con prohibición de pisar tierras europeas, embriagada de poder y embadurnada del amarillo que “suelta” un oro que como es del Estado no tiene dueño ni mucho menos dolientes.

Así las cosas, pasamos en un santiamén, con preámbulo de cuatro años en retrospectiva, de las maletas Gucci con las que huiría MCM y que trastocaron en su contenido en 80% de actas originales que avalan la victoria de EGU y que este martes 16 expondrán y defenderá con pelos y señales ante la OEA, a las 40 maletas de Delcy “Alí Babá” Rodríguez y sus 104 barras de oro de  todos los pobres venezolanos muertos de mengua e inanición.

Un comentario

  1. Que tristeza por lo que esta pasando nuestro pueblo venezolano en manos de este nefasto gobierno. Existe la esperanza de que muy pronto prevalecera la justicia y seremos nuevamente una nacion prospera con verdadera libertad en democaracia!

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