La voluntad de lucha de los venezolanos, la arraigada convicción democrática que ostenta y la disposición que tiene de respetar y hacer respetar la decisión política expresada el 28 de julio de este año, según la cual Edmundo González Urrutia es el presidente electo de Venezuela, se balancea, a propósito del venidero 10 de enero, entre la ilusión optimista y el pesimista sentido de la realidad.
El referido optimismo, el voluntarismo propio de nuestra idiosincrasia, la aspiración de hacer realidad el sueño democrático lo impulsa a no rendirse ante el fraude electoral perpetrado y el golpe de Estado ejecutado por quienes detentan el poder político contra la voluntad soberana del pueblo. Al contrario, el propósito es vencer.
A la par de esa voluntad emerge el sentido de la realidad, el sentido práctico de lo político según el cual los autores del golpe de Estado tienen el control de la situación y en el ejercicio de la dominación han puesto en práctica una política represiva sin límites, ni escrúpulos que, obviamente, conlleva un costo humano y político elevado a la justa aspiración democrática.
El objetivo político inmediato es la juramenta fin e inicio ejercicio de la presidencia de la república por parte de EGU a partir del 10 de enero de 2025. Este es el escenario deseado, pero estamos plenamente conscientes y mentalmente preparados para la eventualidad contraria. Vale decir, que el usurpador se posicione, ilegalmente, como presidente. En ese caso, la sociedad puede y debe organizarse para hacer valer la voluntad popular y el artículo 5 de la Constitución Nacional. Organizarse y poner en marcha una política efectiva, realista y práctica.
Sin la pretensión de asumir un rol dirigente, que no lo soy ni me corresponde, y abusando de mi condición de opinador amateur me permito «pensar en voz alta» y compartir con ustedes las siguientes reflexiones.
La líder María Corina Machado habló recientemente de socavar las bases del régimen que, dicho sea de paso, está severamente averiado. Socavar los pilares del régimen en la actual coyuntura significa a mi juicio:
1) Contactar, comunicarse, persuadir y motivar a los 30 mil técnicos que manejaron las máquinas de votación en las mesas electorales (todos del PSUV) y a los 30 mil testigos de mesas y sus suplentes que representaron al partido de gobierno en las mesas electorales que hoy están en shock, conscientes del fraude del cual son testigos de excepción y avergonzados del partido y del gobierno. Ganarlos para que den un paso decisivo contra el fraude es un acto político concreto. Definirlo, precisarlo y concretarlo es responsabilidad de los partidos políticos y del liderazgo que simboliza MCM.
2) El socavamiento en cuestión supone, en concreto, comunicarse con los funcionarios del Plan República que estuvieron el 28 J en las mesas electorales, testigos de excepción también, para que, en el contexto de la disciplina castrense, sin actos de fuerza, de manera pacífica y en respeto al juramento que hicieron a la CRBV, exijan a sus superiores que hagan respetar la letra y espíritu del artículo 5 del texto constitucional vapuleado por el CNE y el TSJ.
Con optimismo, con alegría y mente abierta, pero con sentido realista y práctico la Dirección Política democrática debe moverse en el escenario geopolítico. Si bien es cierto que la superación de la dictadura y el conflicto político interno es «un problema de los venezolanos que han de resolver los venezolanos», también es verdad que el mismo se ha desplazado aceleradamente hacia el «mapa geopolítico mundial». Lo que ocurra o deje de ocurrir en ese escenario influirá en gran medida en el desenlace interno. De ahí la importancia y el valor del trabajo desempeñado por EGU en Europa. No menos importante es la responsable actitud de los gobiernos de Lula Da Silva, Javier Boric y Gustavo Petro a propósito del fraude electoral.
De ahí la creciente expectativa generadas por la victoria político electoral de Donald Trump en USA que no oculta sus aprehensiones con el régimen venezolano, ya anuncia más sanciones económicas contra el mismo y agrega que USA no necesita del petróleo venezolano y posiblemente reconozca a González Urrutia como presidente electo. Pero, el nacionalismo extremo, el proteccionismo económico que profesa, su manifiesto desinterés por el resto del mundo amparado en su visión «antiglobalista» y su disposición a que EE.UU. abandone el rol de líder de occidente es preocupante. ¿Tendrá alguna incidencia en el proceso político venezolano?
El populismo y el autoritarismo de Trump se da la mano, mutatis mutandis, con el de V. Putin el dictador de Rusia. Y, más aún, Trump no oculta su intención de entenderse con Rusia a propósito de la invasión a Ucrania. En ese contexto, ¿cómo queda el conflicto político venezolano ya que Putin es aliado firme del gobierno de facto de Venezuela? Es una interrogante que por ahora no tiene una respuesta clara. Solo incertidumbres. Una vez más, el sentido de la realidad debe privar en la Dirección Política de la oposición venezolana y actuar en consecuencia. Aspiración y realidad son los datos de la ecuación que MCM, EGU y la PUD deben despejar.
Ciudad Guayana, 11 de noviembre de 2024.