DEL BRAIN ROT: CEREBRO PODRIDO AL POPCORN BRAIN: CEREBRO COTUFA

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El advenimiento de las nuevas tecnologías, omnipresentes en la vida cotidiana de las sociedades modernas, rurales, ancestrales y remotas, han traído una serie de ventajas, beneficios y facilidades en las tareas rutinarias del ser humano, por lo que se puede asegurar que su desaparición, junto con la telemática y la informática, llegando a las fronteras cuánticas e incluso más allá del submundo esclavizante algorítmico, sumiría al mundo en un completo caos de proporciones y consecuencias incalculables, lo que lo llevaría, según los expertos en el tema, tal y como lo conocemos y percibimos actualmente al borde del precipicio de su desintegración y desaparición definitiva.

La Tierra se sustenta y aún permanece de pie, gracias a que el dedo a milímetros de hacer “clic” sobre el botón rojo que desplegaría la hecatombe nuclear, sigue allí, rígido, pero atento a cualquier señal u orden incuestionable o algún desliz. Hemos oído y repetido de que el Universo lo tenemos a un clic para que se cumplan todos nuestros deseos: desde una simple receta de cocina, pasando por la evangelización digital religiosa, hasta el inmenso caudal de conocimientos y saberes al infinitum, delimitado sólo por las capacidades cognitivas y las herramientas tecnológicas disponibles por cada usuario.

Esa complejidad, diversa, enmarañada y maravillosa que se abre ante la humanidad también trae aparejada una serie de intrincados problemas y vicios, tan enormes y enigmáticos como los beneficios que hasta ahora conocemos. Y ambos escenarios no son para nada novedosos, torrentes de literatura especializada sobre tales panoramas los tenemos igualmente a un clic de nuestros dedos, para corroborar los pro y los contras del uso de las nuevas tecnologías.

Desde principios del Siglo XX, una de las investigaciones apuntaba a la enrevesada trama del comportamiento del cerebro y sus reacciones ante los estímulos externos proveniente de la incipiente, para ese entonces, irrupción computacional que se desata, posteriormente, sobre una autopista, cada vez más ancha y extensa, a raíz de la aparición de los primeros video juegos hasta llegar a las ofertas en el mercado actual, basadas en una realidad virtual cada vez más enigmática como real, y su directa influencia en nuestro cerebro y el comportamiento humano.

En ese umbral, las grandes corporaciones cimentadas en la ciencia, la tecnología informática y telemática, descubrieron el santo Grial para adormecer a sociedades enteras, moldeándolas para alcanzar estadios de desarrollos cerebrales más proclives a reaccionar que a razonar. Esa fue la primera conclusión, en el caso del contexto Latinoamericano, a la que se llegó en el I Congreso Sobre Nuevas Tecnologías y Sociedad celebrado en Sao Paulo, Brasil, en 1984, al que asistí como invitado por IBM en representación del diario El Nacional. Luego ratificado más tarde en un congreso similar realizado por HP, en Houston, Texas, EEUU, tres años después, en el que participé, esta vez como Coordinador del Suplemento Informática Hoy, que venía encartado en el desaparecido medio impreso especializado Economía Hoy.

Es mucha el agua que ha corrido por la autopista ciberespacial desde entonces. Erosionando cada vez más los frágiles pliegues cerebrales hasta obtener un subproducto humanoide casi 90% reactivo ante los estímulos externos de las consolas de video juegos. Donde podemos observar la espeluznante habilidad real de jóvenes “asesinos” seriales, casi invictos hasta escalar a un nivel cada vez más complejo en el ámbito de la pirotecnia virtual, en los que por micromilésimas de segundos reaccionan para aniquilar al enemigo, gracias al estimulo sonoro o visual que les indica el momento justo para disparar desde las alforjas que contienen su Colt 45 (una analogía con las populares novelas de Martin Lafuente Estefanía, en boga a mediados del siglo pasado, y su “relación” con las complejas armas virtuales disponibles en las consolas de hoy).

De allí se han incubado una pléyade de seres, jóvenes y no tan jóvenes, que conforman en estos momentos la extensa y preocupante sociedad reaccionante y no pensante, que viene acompañada de comportamientos psicológicos cuyas características más visibles son su irritabilidad, aislamiento, un profundo egocentrismo y su casi nula empatía y amor por el prójimo e identificación con sus necesidades.
BRAIN ROT

Así llegamos al término puesto de moda Brain Rot (Cerebro Podrido) que investigadores del Diccionario Oxford han definido como Podredumbre Cerebral, producto que se obtiene al hacer referencia y uso desmedido de contenidos no educativos, lo que está afectado gravemente a los usuarios esclavizados en el uso de las Redes Sociales, particularmente en las nuevas generaciones pero que también toca de manera significativa al resto de la población.
La alta exposición a distintos materiales, la mayoría calificados como de basura, se ha convertido en una epidemia silenciosa en esta era del ciberespacio, la hipertelemática y la megainformación disponible, al punto de alterar nuestras relaciones interpersonales e intrapersonales, estableciendo una conexión de interdependencia subyugante con las diversas plataformas disponibles en las RRSS, sentencia la investigadora mexicana Irene García, experta en el buen uso de las Tecnologías para Educar.

Aunque debemos aclarar que el término Brain Rot, escogido por la Sociedad Universitaria de Oxford como la palabra del año 2024, lo acuñó, en 1854, el escritor estadounidense Henry David Thoreau en su libro “Walden”. Para ese entonces, como es lógico, no existían RRSS ni nada que se le pareciera, pero la empleó para describir a aquellas personas que menospreciaban el uso de las ideas complejas en favor del empleo de términos simplistas e irrelevantes.

El estado mental de confusión, pérdida de los sentidos y de la ubicación después de pasar horas y horas detrás de una pantalla, trolleando y trolleando en las diferentes plataformas disponibles en las RRSS, desemboca en un momentum que no sabes lo que leíste, consumiste, ni qué ni a quién reenviaste no sé qué cosa, es lo que lleva a la podredumbre mental (Brain Rot). En 2024, ese consumo de contenidos desperdiciables aumentó 234% más que el año anterior, según la Sociedad de Investigación de Oxford, cuyo diccionario relanzó nuevamente, como ya se señaló, la frase a nivel global.

El Brain Rod es el deterioro mental e intelectual de una persona por consumir contenidos triviales o poco desafiantes. La periodista argentina Camila Valero enfatiza que ese mareo que queda después de consumir de manera voraz en las RRSS es lo que conduce a la podredumbre cognitiva. “Estamos dependiendo en demasía de las tecnologías y estamos afectando nuestro cerebro”, indica por su parte García.

The Atlantic, un prestigioso medio estadounidense, en un artículo recoge que hoy día los estudiantes de las universidades élites de Estados Unidos, leen cada vez menos un libro completo, gracias a la falta de atención, concentración y al poco uso de la memoria. Los sistemas de educación están preocupados y centrados en desarrollar planes para combatir esta distracción y rescatar a los estudiantes y a la juventud en general de las garras de las RRSS, de manera de atrapar su atención de los sobre estímulos de las RRSS y la excitación cerebral que estas producen. Sin duda una tarea titánica la que tienen por delante.

La sobre exposición a las pantallas no va a generar la madurez cerebral necesaria en niños ni en adolescentes, en términos cognitivos; evidenciado, a primera vista, por la falta concentración, memoria retentiva, capacidad de comprensión y de interpretación lectora y escrita porque las pantallas y las RRSS te están dando todo, especialmente a los jóvenes maleables, y te lo presentan de forma digerida algorítmicamente hablando, enfatiza la especialista mexicana. Quien ahonda que la trampa de los algoritmos está en que te dan todo lo que necesitas, a través de videos con un sistema de gratificación de premiación instantánea.

Si pasamos mucho tiempo -indica García- conectados a una pantalla vamos a tener deficiencia en el desarrollo cognitivo, además de los problemas que se desarrollan paralelamente desde el punto de vista físico: sedentarismo, deficiencias visuales, sumado a los que se presentan por las horas robadas al sueño y al descanso, denominado Vamping (desvelarte hasta la madrugada viendo videos en las RRSS y que proviene de dos términos: vampiro y texto).

Recientes estudios han revelado que los niños, después de dos horas en Tic Tok, presentan cuadros de baja autoestima, se muestran menos inteligentes y más irritables. Existe un documental llamado “Like” donde se establece que cuatro de cada diez usuarios, menores de 25 años, van a necesitar terapia psicológica por problemas de ansiedad, estrés y depresión. A mayor red social menor autoestima porque constante e inconscientemente se comparan con estándares de belleza, adquisición, lujo, dinero y viajes de influencers. Eso les genera mucha presión y frustración a los jóvenes, falta concentración, adicional a la nula tolerancia que tienen porque todo lo quieren de inmediato, a un clic de distancia.

De acuerdo con Mandy Saligary, directora de la Clínica de Rehabilitación de Londres para recalcar lo afirmado en el párrafo anterior, “darle un celular a un niño es como suministrarle un gramo de cocaína, afectado su desarrollo mental debido al alto consumo de contenido multimedia, lo que libera un frasco de dopamina en cerebros inmaduros, por lo que relacionan estos infantes este hecho con una sensación de placer”. Aquí los padres para liberarse de responsabilidades son la fuente originaria de la culpa.

Subraya Saligary que lo que a simple vista parece inofensivo, ocasiona una sobre exposición basada en escenas cortas repetitivas visual y auditivamente, lo que impide que exista una secuencia fluida, desembocando en un exceso de estimulación en cerebros aún en formación.
POPCORN BRAIN (CEREBRO COTUFA O PALOMITAS DE MAIZ)

Todas las características mencionadas anteriormente también tienen presencia en cerebros maduros, consumidores de las RRSS pero con un nivel cognitivo bajo, lo que los hace fácilmente manipulables por las plataformas digitales y las RRSS así como por sus contenidos basura. Y ha sido definido como el comportamiento adictivo en el cual los pensamientos saltan espontáneamente de un sitio a otro, como si fueran palomitas de maíz en un sartén con aceite caliente y destapado.

Es aquella condición mental en constante movimiento y cambio, pensando todo a la vez y, sin embargo, en nada. Popcorn Brain fue empleada por primera vez 2011 por David Levy, investigador de la Universidad de Washington, y está relacionada con una de las características del comportamiento de algunas personas que hacen presencia de manera descontrolada y sin límites en las RRSS.

Pero no es la única. En las redes sociales y sus grupos existe una variopinta de personajes que hacen vida en la misma, que van de los “muertos” porque no hacen ni dicen nada hasta los que se perciben a sí mismo como la propia, única y mejor RRSS. En otras palabras, las redes sociales no deberían existir sin la presencia de ellos.

Entonces tenemos a Los Mirones (Lurkers), quienes se pasan la vida mirando que dicen y hacen los demás integrantes del grupo, sin participar, hacer y decir absolutamente nada, apenas participan, si están o entran en el grupo nadie los echa de menos o extraña, totalmente muertos.

En la acera de enfrente tenemos los “gallitos” (Peacocks) son los presumidos como un pavo real, tienen muchos seguidores, se ufanan de sus muchos retuits o post, sus sueños en las RRSS es lograr el mayor número de likes, es lo que le da sentido a su existencia, pero como en el argot del beisbol: cero hits, cero bolas, cero strike en cuanto a contenidos relevantes o dignos de comentar.

Por otro lado, tenemos también los opinadores (Ranters) opinan de todo y sobre todo. Creen que siempre tienen la razón y que el mundo gira alrededor de sus opiniones. Viven a la caza de cualquier post, opinión o información para desencadenar un testamento de comentarios. Son los más tóxicos en los grupos, desde el olimpo de su autocalificada sabiduría no pueden ver que alguien diga o divulgue una información, de cualquier tipo, cuando, gracias a la Inteligencia Artificial (AI), tienen una respuesta para todo y para todos, eso sí sin darle crédito al uso de esa herramienta que es de gran ayuda y tan aliada hoy. Sus opiniones van desde las células cuánticas en el cerebro de las orugas hasta cómo practican el sexo los ángeles. Y pobre del que lo contradiga, la furia de Marte, el dios de la Guerra, se desata con rayos y centellas por semejante osadía proveniente de la plebe que está obligada a aceptar sus argumentos sin chistar.

Se vanaglorian de sus supuestos conocimientos artificiales para mirar con desprecio al resto de los mortales del grupo, atreviéndose incluso a señalar cuándo, cómo y de qué manera debe escribir el resto de sus vasallos en las redes. Su iracundia es bíblica cuando alguien osa enviar información sin comentarla, violando el sagrado derecho de cada lector a formarse su propia opinión. Sin interferencias. Las RRSS soy YO, es su grito de guerra digital.

Su ego es tan grande que siempre, siempre escriben en primera persona: Cuando Yo, Iba Yo, Creo Yo, Viendo Yo, Vivía Yo o Trabajaba Yo, Yo era gerente etc, etc. Existen cientos de clasificaciones de gente que utiliza las RRSS. Hay tantas clasificaciones como usuarios. Aquí se mencionan las más relevantes, cotidianas y a la mano. El británico sitio On line First Direct se dio a la tarea de identificar a doce de los que más hacen presencia en las RRSS.

Todos con un rasgo común: lo permeable que son nuestros cerebros a la manipulación a través de los algoritmos y ahora más con la Inteligencia Artificial. Por economía lectora sólo los mencionaré por sus nombres, sabrán identificarlos en las RRSS: Los Ultras, son los obsesionados que entran decenas de veces al día en las RRSS. Están los Negacionistas (Deniers), aseguran que no dependen de las redes, pero no pueden evitar entrar constantemente en ellas.

Los Vírgenes son aquellos que a estas alturas apenas están descubriendo Facebook, X o Instagram. Los mirones y los gallitos de los que ya comentamos anteriormente. Los Anónimos (Changelings), adoptan personalidades ocultas, no tienen fotos de perfil o se identifican sólo con siglas, letras o números, dejando incertidumbre hasta de a qué género pertenecen. No se sabe si tienen problemas con la Justicia, la pareja le busca para que cumpla con la pensión alimenticia del hijo de ambos o simplemente tienen enemigos por doquier.

Los Preguntones (Quizzers), preguntan de todo sin revisar que las respuestas ya están publicadas o que consideran que es la mejor manera de iniciar una conversación. Los Informadores, buscan reconocimiento por ser los primeros en dar a conocer las últimas noticias o el tema interesante para sus seguidores. Son los más útiles, siempre y cuando no compitan por dar la primicia noticiosa en esta era de la inmediatez, siempre habrá alguien en las RRSS que lo dirá primero. Son los periodistas frustrados. El mejor consejo: a las RRSS se viene a informar y a compartir la información desde el balcón del respeto por los demás, no a competir por el tubazo.

Con cuál categoría te identificas tú, te identifican a ti, en cuál está él, ella, nosotros, ellos. Nunca dejes de lado que las RRSS si no las identificas y las sabes utilizar siempre, manipularán tú cerebro, más entre los jóvenes que son los más vulnerable; entre más maduro, si no eres cuidadoso y estás preparado, eres más manipulable.

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