Columna Divagando Ando
Por Lic. Luis M Navarro D.
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Cuando la madrugada de este 28 de julio, faltan pocas horas, mucho antes que el alba se asome en el horizonte, todos los venezolanos de bien estaremos en la antesala de hacer realidad nuestra anhelada, soñada millones de veces, Cita con la Historia. Encuentro que nos arrastra en un torbellino de ansiedades, hasta hacer realidad el ideal de cambio que nos atormenta desde hace largos 25 años.
Poco antes, sin conciliar un descanso reparador del todo, los recuerdos y las imborrables imágenes de los cientos de jóvenes asesinados en las calles durante las protestas de 2014 y 2017, contra la dictadura de Nicolás Maduro sólo por exigir Libertad, Democracia y Cambio, serán el café bien cargado que nos despierte, nos saque de la cama y de la modorra para ir a cumplir con nuestra Cita con la Historia.
Ya lo decía el filósofo alemán Friedrich Nietzsche “Toda convicción es una cárcel” y las nuestras, cuando estemos pacientemente haciendo fila para entrar al centro electoral y ejercer el derecho al voto, se concentran en una prisión llamada Libertad; que nos estremezca, sacuda de los amargos y tristes recuerdos de las caóticas y humillantes colas que en el pasado reciente nos obligó a cazar un mendrugo de pan, un poco de gas para cocinar, al igual que nos sigue persiguiendo en ese interminable peregrinar por los desvencijados centros de salud y hospitales desabastecidos o en las insufribles colas para surtir combustible.
Los eventos electorales van más allá del simple reflejo de la participación ciudadana para la elaboración de una sólida infraestructura democrática que nos lleve, sin temor y sí con optimismo, a ser partícipes en la elaboración de un mejor futuro para toda una nación, para mi comunidad, mi familia y, lógicamente, para mí como agente pensante y actuante para lograr el cambio deseado. En casos como el de Venezuela, son también la pala del sepulturero para enterrar definitivamente un pasado ignominioso, lleno de dolor, odio, desarraigo, desunión y separación.
Justo cuando estemos frente a la pantalla de la máquina de votación, visualicemos a nuestro candidato Edmundo González Urrutia y la manito icónica que representa gráficamente la Plataforma de la Unidad Democrática, simbólicamente será el momento cumbre de nuestra Cita con la Historia. Es la ocasión tan esperada para darle un SÍ rotundo a nuestra codiciada pretendiente: La Democracia, para hacer realidad años de cortejos, guiños y juegos seductores que nos conduzcan por fin a ese esperado cambio.
Esa manito, frente a nuestros ojos, se extenderá en fracción de segundos para conducirnos a la propuesta de nuestra máxima líder, María Corina Machado. Esa lrealidad de nuevos derroteros de unión, retorno y reencuentro familiar. De paz, reconocimiento y convivencia entre todos los venezolanos. En un clima de armonía, respeto y fraternidad; donde los insultos, amenazas, persecuciones, desapariciones, encarcelamientos, torturas y crímenes de toda índole, sean pasajes de una pesadilla que desterraremos por siempre, en el marco de la Ley y Justicia.
Alguna vez el estadista y presidente estadunidense Franklin Delano Roosevelt sentenció que “La libertad de las elecciones es un poderoso símbolo de la soberanía popular”. En las actuales circunstancias, en Venezuela esa señal está muy lejos de tal afirmación. Pero ello no nos amedrenta porque cada voto emitido por millones de compatriotas por Edmundo González Urrutia, una vez despachado por la máquina electora, doblado y depositado en la urna electoral, lleva en su interior una historia distinguible e inquebrantable de esperanza y compromiso cívico para hacer realidad los cambios deseados.
En ese sufragio, multiplicado por millones, se encuentra inmerso en infinitos relatos donde se esconden visiblemente, entre los pliegues del papel electoral, las historias de un pueblo, de una sociedad dispuesta a hacer prevalecer sus valores, sus principios y luchas éticas, como pivote de sus aspiraciones colectivas. Donde el respeto al disenso sea una norma, una regla de oro de las mayorías.
Cada evento electoral es una oportunidad única para plasmar un capítulo más en la narrativa democrática de una Nación. De mayor valía si estamos a punto de salir de las fauces del infierno de una dictadura inescrupulosa.
Una vez depositado nuestro voto, al salir del centro electoral, salgamos convencidos de ser los protagonistas modernos de la mayor de las gestas que nosotros, como ciudadanos, podemos hacer: cambiar el destino político de Venezuela para alcanzar estadios superiores de desarrollo, progreso, bienestar social y económico.
Por eso debemos sentirnos orgullosos de nuestro rol en esta Cita con la Historia este 28 de julio. Aprendiendo de nuestros errores para celebrar los logros por un mejor devenir, de manera de fortalecer nuestra identidad colectiva, sobre la base de la Libertad y la Democracia, para obtener todos nuestros mayores éxitos como sociedad.
Tu voto, nuestro voto, es la llave mágica para lograrlo. Tenemos el poder para hacerlo. Por ninguna absurda razón dejemos de ejercer nuestro derecho, que nos abrirá el entendimiento sobre nuestro presente y que nos sirva de guía hacía un futuro promisorio. Votando lo lograremos.
Venezuela, nuestros hijos, nietos y familia, bien lo merecen. ¡A VOTAR! por el mejor país soñado. Gracias María Corina, por tu valentía despertaste en un pueblo y lo llenaste de esperanza, Gracias Edmundo, porque por tu caballerosidad y don de gente los ciudadanos volvemos a creer en esa Cita con la Historia. !VOTA!
Felicitaciones tocayo. Una excelente reflexión de la realidad actual. Unidos sin Protagonismo ni Mezquindad, Lograremos nuestra a helada LIBERTAD!!