LA LEGITIMACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA. LA CONSTITUCIÓN Y LA ETICA COMO LIMITES DEL PODER. DONALD TRUMP Y SUS PROCESOS JUDICIALES

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Uno de los grandes dilemas y confusiones de quienes ejercen el poder político, es creer que la legitimación social y política están por encima de las leyes y  las instituciones. Muchos políticos piensan que los actos de gobierno son autónomos e independientes y fuera del control de la ley,  la ética,  el rubor y el pudor por haber sido legitimado social y políticamente.

Este dilema o confusión es propio de los gobiernos autoritarios, de dictaduras, de gobiernos populistas y teocráticos,  donde  se asume, que la legitimación social o política los unge con un poder omnipotente y mesiánico,  para gobernar, pasando a ser las instituciones y la sociedad  simples figuras ornamentales de apariencia democrática  de participación ciudadana, pero en realidad,  no es así,  ya que el sustrato del poder de todo sistema político democrático,  se basa en un sistema de separación de poderes autónomos e independientes,  donde no solamente las instituciones cooperan entre si, sino también chequean y revisan su constitucionalidad, equilibrio, legal y social, en  cumplimiento de las leyes,  con la finalidad de lograr un equilibrio social digerible, bajo el sustrato del pluralismo político,  social y cultural,  guiado bajo el ideal libertario del hombre como principio y fin en todo sus actos. Pero esto no sucede en los gobiernos autocráticos que asumen que el Poder político sustentado por la legitimación social es suficiente.

El presente artículo es un  analisis pedagógico y didáctico, referido a la controversia generada por los diversos procesos y juicios que desde hace un  tiempo cursan contra el ahora Presidente Donald Trump. 

En el  año 2024,  un Jurado del Tribunal de Manhattan del Estado de New York,  encontró culpable, en forma unánime,  a Donald Trump,  de 34 cargos o hechos punibles que comportan  diversas sanciones. Entre los cargos se destacaban el pago a una dama que ejerce la prostitución y pornografía  de alta gama, es decir,  una  meretriz,  solo para millonarios,  también se destacan las declaraciones del director de la revista National Enquirer, revista de revelaciones de secretos e intimidades o affairs,  sobre personalidades públicas o famosas, así como también  unas grabaciones,  de carácter procaz, hechas por el entonces ex  candidato presidencial Donald Trump que fueron excluidas del debate judicial.

También se destacó, entre los hechos delictivos aportados, el testimonio de su ex abogado,  asesor personal y empresarial, el abogado Michael Cohen, quien declaró como testigo y cooperador,  de que se habían hecho ocultamiento y manipulaciones en los libros contables de las empresas y los libros contables de la campaña  del candidato Donald Trump en  2016,  con el objeto de pagar el silencio de una de las prostitutas  que había tenido relaciones sexuales con Donald Trump, quien amenazó con hacer   pública su relaciones íntimas con el entonces candidato Donald Trump, lo que pondría en riesgo su candidatura presidencial. Este abogado  asesor  personal y empresarial de Donald Trump, que luego por diferencias de cobro de honorarios y cargo ofrecidos,  se separó de Donald Trump, convirtiéndose en el peor testimonio en contra de Donald Trump y que originó tiempo después, su juicio y condena al Congreso de los Estados Unidos. Este hecho  activó el  juicio en Manhattan y otros procesos penales y civiles contra Donald Trump, específicamente,  por ocultamiento y manipulación de libros contables en el cual el abogado manifestó que Donald Trump,  hizo gastos personales de los activos de la empresa, para pagar favores sexuales a  la mentada prostituta y artista porno, falsificando y ocultando este gasto en los libros contables, de sus empresas y del equipo de su campaña, como simples «pagos legales» a su abogado. 

El Jurado del Tribunal de Manhattan, dónde comenzó este juicio por ocultamiento de libros contables y otros cargos, afirmó que los delitos estaban probados, más allá de una duda razonable y que por lo tanto su decisión de culpabilidad fue unánime,  del entonces candidato presidencial y ahora Presidente Donald Trump. 

El Presidente Donald Trump, también tiene otros juicios pendientes en Miami, California, Georgia y  Washington DC por otros presuntos hechos delictivos. 

Los libros contables manipulados,  revelan la conducta ética y moral de Donald Trump en busca del placer y el poder político,  ya que estos ocultamientos solo se hacían con el  expreso conocimiento y autorización de Donald Trump.

Durante el curso del juicio,  los principales testigos en contra de Donald Trump fueron la actriz porno, Daniels Stormy, el ex abogado y hombre de confianza de Donald Trump y el director de la revista artística nacional. Mediante un hábil maniobra procesal,  los abogados defensores de Donald Trump lograron excluir las grabaciones,  en donde el expresidente Donald Trump se le oye decir,  que por el hecho de él ser famoso y hombre público,  le daba el derecho de tocar las partes íntimas de cualquier mujer y no le pasaba absolutamente nada también excluyeron del debate probatorio a la también dama de «cuatro letras» Karen Mc Coul y otras prostitutas que también querían testimoniar en contra de Donald Trump quienes alegaban que el ahora Mandatario no les pagó sus trabajos sexuales.

También  esgrimió el expresidente Donald Trump y sus abogados que él gozaba de inmunidad y que por lo tanto todos estos juicios y cargos deberían de ser retirados.  Luego el ex  presidente Donald Trump y  ahora Presidente Donald Trump  alegó,  que la legitimación social obtenida en las votaciones, donde él fue electo, lo habían  ungido de un poder omnímodo e inmune, y que esa era la voluntad social y política de la sociedad y del partido republicano,  para que él gobernara a su voluntad,  dando a entender que su mandato estaba por encima de la ley,  desconociendo la separación de poderes y la autonomía de independencia del Poder Judicial, del Poder Legislativo y también de la Fiscalía General de los Estados Unidos. 

Durante el curso del juicio el ex presidente Donald Trump interrumpió en más de 20 veces el debate probatorio que escuchaban el  Jurado y el juez que también observaba,  como debatían el Fiscal y los abogados defensores de Donald Trump. 

El Juez en este  juicio, como en casi todos los juicios, actúa como una especie de Director del Proceso, donde él como Juez,  controla la legalidad y el orden en el Tribunal,  ya que las decisiones sobre los aspectos probatorios están en manos del Jurado, el  Fiscal y  los abogados defensores del Presidente Donald Trump, proceso en que el Jurado esperó la finalización y debate de los elementos probatorios, para luego decidir si encontraba culpable o inocente al Presidente Donald Trump. 

La institución del Jurado en los Estados Unidos, se basa en una   filosofía de participación de la ciudadanía en el Poder Judicial,  quienes conforman el Jurado no son funcionarios públicos,  sino una especie de participación pro tempore, dentro de un proceso judicial,  característico de los procesos penales del sistema judicial anglosajón. 

De manera,  que es difícil señalar o acusar al juez de estar parcializado,  cuando es el Jurado el que determina la culpabilidad o inocencia de un acusado. 

El entonces ex Presidente Donald Trump no solo declaraba que era inocente,  sino que el juicio estaba motivado políticamente para descalificar su candidatura presidencial. También el ex Presidente Donald Trump  y sus abogados defensores, aparte de  presentar la «teoría» de que toda persona famosa o pública le era permitido tocarle el c*** o las partes íntimas a cualquier mujer sin pasarle nada y  no enfrentar consecuencias jurídicas alguna de estos abusos. Esta teoría fracasó estrepitosamente en el proceso judicial de Manhattan, cambiando luego por otra teoría que sostiene,  que él gozaba de inmunidad como ex  Presidente en su primer mandato, hecho o excepción,  que el Tribunal Supremo de Justicia de Estados Unidos,  aclaró esta teoría, alegando que la inmunidad era relativa y  solamente era posible  en el ejercicio de  de sus funciones como Presidente, fracasando también este alegato de la inmunidad Presidencial. 

Desde que el Jurado emitió su veredicto en forma unánime,  considerando culpable al ex Presidente y ahora Presidente Trump,  este ha venido  solicitando,  que los Jueces que se  oponen  contra sus  decisiones o procesan investigaciones en su contra,  sean suspendidos o   destituidos de su cargos como unos obstáculos a su gobierno, considerandolos como incapaces y politizados y solicita para estos Jueves, su destitución a través de juicios políticos. Sobre estos  alegatos,  que el   Presidente de Donald Trump ha sostenido, el Presidente del Tribunal Supremo de Justicia de USA consideró, que no procede la destitución  de ningún Juez por sus decisiones. 

El suscrito cree que el ahora Presidente Donald Trump incómodo e insatisfecho, por haber sido considerado culpable personalmente,  de hechos delictivos,  por el por el Jurado del Tribunal de Manhattan,  intenta una venganza política,  desde el poder político que ostenta, para descalificar a Jueces y Fiscales,  en los cinco diferentes juicios que lleva en diferentes Estados, para que esos cargos sean retirados,  sosteniendo una supuesta  inmunidad absoluta, alegando que los Jueces  que se oponen son obstáculos para su gobierno. Aduciendo,  que la población o la sociedad de Estados Unidos lo legitimó y lo eligió como Presidente y que por consiguiente,  él está legitimado y  facultado para cumplir   «los deseos de la sociedad» como Presidente,  en otras palabras,  que la legitimación social que obtuvo,  es una especie de «cheque en blanco»,  que está por encima de la ley,  la ética,  el pudor y el rubor en el ejercicio del poder político. 

El ahora Presidente Donald Trump está  aferrado a esa presunta legitimación social y política,  que él cree le da un poder omnímodo, violando en forma sistemática  derechos humanos y  la autonomía e independencia del Poder Judicial,  a través de decretos o decisiones ejecutivas,  como en el caso de los inmigrantes,  el criterio sobre la nacionalidad y sobre su petición de destituir a los Jueces que se opongan a los actos de su gobierno.

Esta situación ha creado un precedente político  y judicial que todavía no ha sido resuelto política y legalmente en forma determinante, por las instituciones políticas y jurídicas, para poder   gobernar, como afirman los juristas y políticos norteamericanos, un poder basado en  «the rule of law» o sea un  gobierno de la Ley y no un gobierno personal,  de caprichos y patologías que derivan del ejercicio del poder, patologías  que los psicólogos llaman el síndrome de Hubris o «la enfermedad del poder» donde el gobernante embelesado y embriagado por el poder,  empieza a sufrir una serie de patologías e interpretaciones de la realidad jurídica,  social y política  y se centra exclusivamente en demostrar,  que solo él es el ungido y capacitado para el ejercicio del poder y que su «gobierno» está por encima de la ley, la ética, el pudor y el pudor.

El ahora Presidente Donald Trump no solo ha cuestionado a los Jueces y políticos que se le oponen, también ha regañado en las Iglesias a religiosas que oraban y le suplicaban que tuviera piedad y misericordia con los inmigrantes, y  en la propia Casa  Blanca ha  intimidado a  Presidentes y Primer Ministros. En una  declaración en forma pública, en entrevista de Prensa, dijo  que muchos Presidentes le han venido lamiendo el trasero para llegar a un acuerdo ante su política arancelaria. 

Análisis ético, político y jurídico,  elaborado por Óscar Ceballos abogado UCV Politólogo MD Ohio University Athens Ohio ex Inspector de Tribunales.

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