El New York Times bajo fuego: ¿Apoyo velado a Maduro o Crítica legítima a la oposición venezolana?

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*** El New York Times desata polémica global al cuestionar a la oposición venezolana y la política de EE.UU. hacia Maduro, generando acusaciones de propaganda chavista y una ola de indignación en Caracas y Washington.

Nicolás Maduro Moros. leyendo el New York Times. Foto Credito Web

New York – EE.UU. – En las últimas semanas, el prestigioso New York Times (NYT) ha desatado una controversia internacional con una serie de artículos que cuestionan duramente a la oposición venezolana y a la política de Estados Unidos hacia el régimen de Nicolás Maduro. Bajo el pretexto de analizar los riesgos de una intervención militar impulsada por el presidente Donald Trump, el diario neoyorquino ha puesto en el centro de sus críticas a la líder opositora María Corina Machado, ganadora del Premio Nobel de la Paz 2025, y a la disposición de Washington para apoyar a los venezolanos en su lucha contra la dictadura. Estas publicaciones no solo han avivado el debate sobre la estrategia para derrocar a Maduro, sino que han generado una oleada de indignación en la oposición venezolana y entre políticos estadounidenses conservadores, quienes las acusan de ser propaganda encubierta a favor del chavismo.

Las Críticas del NYT: De la “Desinformación” a la “Guerra Inminente”

La ofensiva periodística del NYT comenzó a intensificarse en noviembre de 2025, coincidiendo con el endurecimiento de la postura de Trump contra Maduro, a quien ha calificado de “narco-terrorista” y ha respaldado con el despliegue de 15.000 tropas y buques de guerra en el Caribe. Un artículo clave, publicado el 26 de noviembre, acusa directamente a Machado de promover “reclamos falsos” sobre el régimen de Maduro para justificar una intervención estadounidense.

El texto alega que la opositora ha amplificado teorías conspirativas “desmentidas”, como la idea de que Maduro manipuló las elecciones presidenciales de EE.UU. en 2024, alineándose peligrosamente con aliados de Trump para avalar una acción militar. “La oposición venezolana está exagerando amenazas para provocar una escalada”, sostiene el reportaje, citando a exdiplomáticos y críticos anónimos que temen un “Iraq caribeño” si Maduro cae.

Esta línea se repite en piezas posteriores

El 10 de diciembre, un análisis titulado “Un Premio Nobel de la Paz Controvertido” califica el galardón a Machado como “altamente polémico”, argumentando que su apoyo explícito al uso de la fuerza –incluyendo strikes aéreos que han matado a al menos 87 personas en embarcaciones venezolanas– contradice los principios de paz que el Nobel representa.

El artículo detalla cómo Machado dedicó su premio a Trump, en medio de un acopio naval que, según el NYT, podría derivar en “crímenes de guerra”. Otro texto de opinión, del mismo día, advierte que la insistencia de la oposición en el “Maduro debe irse” –eco de la agenda trumpista– podría sumir a Venezuela en un caos peor que la actual dictadura, comparándolo con Libia o Irak.

Incluso simulaciones de guerra realizadas por el gobierno de Trump en su primer mandato, reveladas por el NYT el 20 de noviembre, pintan un panorama apocalíptico: facciones armadas, guerrillas y unidades militares compitiendo por el control del petróleo venezolano, con violencia desbordándose a fronteras porosas.

El diario cuestiona no solo la viabilidad de la ayuda estadounidense, sino la “desesperación” de la oposición por aliarse con políticas agresivas, sugiriendo que esto debilita las vías pacíficas para una transición democrática.

Estas narrativas han sido vistas por detractores como un intento sutil de deslegitimar la resistencia venezolana, presentando a Maduro no como un dictador que ha causado la migración de 9 millones de personas y miles de ejecuciones extrajudiciales, sino como un mal “complejo” que requiere matices geopolíticos.

La Indignación en la Oposición Venezolana: “Propaganda Chavista en Tinta Azul”

La reacción en Venezuela ha sido fulminante. Líderes y activistas de la oposición han calificado los artículos del NYT como “mentiras descaradas” y “ataque directo” a su causa, acusando al diario de repetir el guion del régimen madurista. María Corina Machado, quien ha vivido un año en la clandestinidad para evitar el asesinato, no ha emitido un comunicado directo, pero sus aliados han inundado redes sociales con críticas. El periodista Orlando Avendaño, editor senior de Voz de América, denunció un artículo del 26 de noviembre como “lleno de mentiras y citas sacadas de contexto”, destacando cómo el NYT resucita a Henrique Capriles –derrotado electoralmente por Machado– como “líder opositor” para dividir al movimiento.

Críticas al Times

“Una vergüenza absoluta”, tuiteó, señalando a la corresponsal Julie Turkewitz como “pro-Maduro”. Emmanuel Rincón, editor en jefe de República USA, fue aún más vehemente: “El NYT habla peor de Machado –quien se esconde en un sótano para no ser asesinada– que de Maduro, quien ha matado a miles y envenena a EE.UU. con drogas”.

Rincón ironizó con una portada ficticia del diario absolviendo al dictador, reflejando la frustración por lo que ven como un “doble estándar”: el NYT exige “pruebas públicas” de crímenes del régimen, pero ignora evidencias abrumadoras de fraude electoral y torturas.

La abogada y activista Melania, en un hilo viral, describió los textos como “agua tibia” que lava a Maduro sin jabón: “No lo absuelve, pero lo acomoda. Cuestiona el tono de las denuncias, no el terror cotidiano”.

Periodistas como Germania Rodríguez Poleo y Miguel Ángel Rodríguez han ido más allá, alegando que el NYT es “propaganda del cártel” infiltrada por chequeras chavistas, citando fuentes recurrentes como Capriles para socavar a la “verdadera” oposición.

Esta molestia se agrava porque, para muchos, el diario –antes crítico del chavismo– ahora diluye la urgencia de la crisis, priorizando “equilibrios globales” sobre las víctimas venezolanas.

Políticos Estadounidenses: “Traición a la Libertad”

En Washington, la backlash ha venido de figuras republicanas alineadas con la causa anti-Maduro. El exasesor de Trump Patrick Byrne, en un tuit del 5 de diciembre, otorgó al NYT un “premio sorpresa/no sorpresa” por promover a Delcy Rodríguez –vicepresidenta y figura clave del régimen– como “moderada” mientras “lanza sombra” a Machado, la Nobel que busca acabar con el “cártel venezolano”. “NYT = Traidores comunistas chinos”, remató Byrne, eco de teorías sobre influencia extranjera en medios.

El senador Marco Rubio, secretario de Estado en el gabinete de Trump y aliado histórico de Machado, ha sido más diplomático pero firme en declaraciones previas: las críticas del NYT socavan la designación de Maduro como terrorista y el cierre del espacio aéreo venezolano, medidas vistas como esenciales para presionar al régimen.

Fuentes cercanas a la administración Trump filtraron a Politico que el diario ignora planes detallados para una transición post-Maduro, enfocándose en “fantasmas de caos” para desmoralizar a la oposición.

Incluso analistas progresistas como Max Blumenthal, de The Grayzone, han notado la “locura militarista” de partes de la oposición, pero critican al NYT por ser “vehículo de engaños de cambio de régimen” contra Chávez y Maduro.

La molestia radica en que, para estos actores, el NYT no solo minimiza el sufrimiento venezolano –hambre, presos políticos, éxodo masivo–, sino que debilita la coalición anti-Maduro en un momento crítico. Como tuiteó un usuario venezolano: “El NYT no escribe para Caracas, sino para el confort moral de Occidente”.

¿Fin de una Alianza Mediática?

Esta saga expone las grietas en la cobertura internacional de Venezuela: ¿es el NYT un guardián escéptico ante riesgos de guerra, o un eco involuntario de la narrativa madurista? Mientras Maduro rota camas y celulares para evadir strikes –como reveló el NYT el 2 de diciembre–, la oposición jura que no se callará.

El verdadero Nobel, dicen, no es para quien critica el grito, sino para quien lo emite desde la oscuridad. En un país donde la libertad pende de un hilo, estos artículos no son solo tinta: son munición. Y la batalla, lejos de Oslo, se libra en las calles de Caracas y los pasillos de Washington. Punto de Corte

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