Norka Torres/CNP-19208-El estado Vargas, en Venezuela, es el que se extiende a lo largo de la cordillera de la costa y el segundo más pequeño de nuestro país. En un sitio de gran belleza, y de muy fácil acceso entre las poblaciones de Caruao y Chuspa a escasos metros de la autopista; se encuentra ubicado a poca distancia el río “Caruao”, un lugar mágico lleno de paisajes y de pájaros de distintas especies.
Muy cerca de ese rio hay un pozo formado por aguas calientes cerca de una montaña, llamado el “Pozo del Cura”.
Cuentan los varguenses que, a mediado del siglo pasado llego una sequía, y una plaga muy fuerte. Los sacerdotes hermanos franciscanos, hicieron lo posible para ayudar a todos los lugareños. En efecto la sombra de la muerte cayo a toda la población, comenzaron a morir niños y adultos por causa de un virus que llego al pueblo.
Sacerdote desesperado
Comenzaron los entierros todos los días, en el pueblo costeño “San Rafael”. Los clérigos en medio de su desesperación; por lo que estaba sucediendo en los pueblos litorales, observaban la cantidad de difuntos, se inclinaban de rodillas murmurando “parece que Dios nos abandonó.
Uno de ellos fue corriendo al templo, allí se crucificó desesperado a ver si liberaban esta pestilencia; en medio de llantos y oraciones buscó la cruz de la iglesia, es allí donde comienza a emanar aceite. El eclesiástico en medio de su fe y convencido de un milagro tomó el aceite, lo llevó al dispensario, ungió en la frente a cada enfermo le hizo una cruz y declaro salud en nombre de Dios.
El Cristo salvador
El cura –según cuentan- tomó la cruz de la capilla y se fue a todos los pueblos cercanos de la costa, es allí donde comenzaron truenos y relámpagos y emprendió la lluvia. Como resultado. Comenzó a cesar el virus en el pueblo. En medio de la brisa y el ruido de los sapos y grillos, el sacerdote de tanto caminar se detiene en el pozo -se encontraba muy cansado- a tomar agua y lavarse la cara, resbalo, cae al pozo junto con el crucifijo de la iglesia y muere ahogado. El cuerpo nunca fue encontrado.
Clausurado el pozo
Los lugareños después de enterarse que unos de los hermanos franciscanos, murieran ahogados en el pozo, lo clausuraron. Comentan los varguenses que cada 50 años nos azota la misma sequía y peste. Desde entonces, su espectro aparece en el lugar, agitando los brazos pidiendo ayuda y siendo tragado nuevamente por el pozo.
La peste en el pueblo
El caserío sin agua, cada día había más enfermo por la peste, necesitaban con urgencia medicinas y el preciado líquido solo lo había en el pozo que estaba clausurado por los habitantes de ese pueblo y no se atrevían ir a buscar agua allá -porque aseguraban- que salía el cura y se los llevaba.
El galeno del módulo reunió un grupo de hombres para salir a buscar el agua al pozo. Cuando los hombres llegaron al lugar, fueron con unas garrafas a recoger el agua, pero les salió la mano del cura y gritaron ¡ave maría purísima! es el ahogado saliendo corriendo. “Con respeto al agua doctor, no pudimos agarrar nos salió el cura y nos vinimos en una veloz carrera con el corazón en la boca” explicaron muy asustados.
El clínico del pueblo
El catedrático del pueblo fue a conversar con el cura nuevo que estaba en la capilla, le explicó al galeno que hace muchos años cayó un sacerdote en ese pozo según cuenta la historia. El especialista en medicina, le dijo al padre de la iglesia “voy al pozo yo mismo, voy buscar el agua, si no la busco se me mueren los enfermos de este pequeño pueblo”.
En concreto el clérigo le dijo que esperara y seguidamente le dice “hijo toma este escapulario, para que te proteja de todo mal”. Se fue caminando y llego al pozo. Allí vio en la claridad del agua la mano del cura ahogado y se lanzó al pozo. Con mucho miedo llegó hasta lo más profundo. Se presume que tiene entre 13 y 17 metros de profundidad. El galeno nada y nada y logro sacar la cruz de la iglesia que había caído con el cura ahogado hace unos años atrás, luego pudo nadar hasta llegar a la orilla con el crucifijo que es bastante pesado.
Comenzaron a sonar las campanas de la iglesia salieron los lugareños a darles las gracias a Dios.” Miren viene llegando el doctor, fue cabalgando en un burro hasta llegar a la puerta del templo, donde entregó la cruz al sacerdote; bendito sea Jesús –dijo- aquí le entrego esto que es de este templo, luego comenzó a llover. Todo comenzó a alcanzar a la normalidad, llegó el agua y los enfermos comenzaron a sanar.
El cura sí salía en ese pozo, pero a veces no sabemos interpretar los mensajes del más allá” dijo el doctor.